Los adultos tenemos un valioso tesoro para entregarle a los niños, algo tan poderoso que influye no solo en su capacidad de aprender, sino más importante aún, en su formación como ser autónomo, seguro y feliz:
pero sobre todo...
los tradicionales
cuentos de hadas.
había una vez...
Hambre de cuentos de hadas
“El alma del niño tiene una
necesidad todopoderosa de dejar que por ella fluya la sustancia de los
cuentos de hadas, semejante a la necesidad del cuerpo humano, que
requiere que la sustancia alimenticia circule por él” (Rudolf Steiner)
El leer en voz alta para los niños es uno de los mayores goces de la existencia. No sólo liga a padres e hijos, sino que une a todas las generaciones. Según las investigaciones recientes, el período crítico para desarrollar la facultad del lenguaje es entre los tres y los cinco años y medio. Los niños que a esa edad oyen lectura en voz alta tienen muchas más posibilidades de aprender a leer bien en la escuela y, sin duda, de obtener buenos resultados en todas las asignaturas.
Los cuentos de hadas que los niños escuchan una y otra vez, entran directamente en juego en su imaginación: serán príncipes, ranas, gigantes... Y realmente sucede que los escolares de primer año, a quienes se han narrado cuentos de hadas, sobrepasan decididamente a sus compañeros que no han tenido el privilegio de conocer ese mundo: tienen una gama de vivencias más diferenciada, pueden experimentar más y son capaces de expresarse más plenamente, ya sea con palabras o con crayones. Son capaces de escuchar con más atención y desenvuelven más fácilmente una feliz iniciativa creadora.
Los cuentos de hadas que los niños escuchan una y otra vez, entran directamente en juego en su imaginación: serán príncipes, ranas, gigantes... Y realmente sucede que los escolares de primer año, a quienes se han narrado cuentos de hadas, sobrepasan decididamente a sus compañeros que no han tenido el privilegio de conocer ese mundo: tienen una gama de vivencias más diferenciada, pueden experimentar más y son capaces de expresarse más plenamente, ya sea con palabras o con crayones. Son capaces de escuchar con más atención y desenvuelven más fácilmente una feliz iniciativa creadora.
En el pasado, se les relataban cuentos de hadas a los niños, pero en la actualidad han caído en desfavor. El moderno intelecto adulto tiende a descartarlos por su elemento irracional, incapaz de comprender la verdad interior y el mensaje moral en un cuento aparentemente absurdo. La mayoría de los maestros cuentistas han experimentado que una de las características atacadas con más persistencia en la educación son los “detalles sangrientos” en estos cuentos.
La mayoría de los niños de hoy todavía conocen algunos cuentos de hadas, pero únicamente como la versión petrificada, extraída de las caricaturas de Disney, donde esos relatos se convierten en entretenimiento carente de significado.
El verdadero cuento de hadas habla pictóricamente de transformación, de encanto, de liberación resaltando una y otra vez, los secretos de la existencia.
Las pruebas, las victorias y rescates se describen en lenguaje infantil, a la vez que humano. El horrísono episodio de los chivitos danzando alrededor del pozo donde se acaba de ahogar el lobo, que a un adulto intelectual pudiera parecerle repulsivo no es sino, para el niño, la gloriosa victoria del bien sobre el mal. Esta victoria le afirma la confianza de que maravillosamente se halla dotado para dar sus primeros pasos por la senda de la vida.
Las pruebas, las victorias y rescates se describen en lenguaje infantil, a la vez que humano. El horrísono episodio de los chivitos danzando alrededor del pozo donde se acaba de ahogar el lobo, que a un adulto intelectual pudiera parecerle repulsivo no es sino, para el niño, la gloriosa victoria del bien sobre el mal. Esta victoria le afirma la confianza de que maravillosamente se halla dotado para dar sus primeros pasos por la senda de la vida.
Dr. Helmut von Kügelgen
No necesariamente los personajes deben ser hadas, son también los
gigantes, lobos, sapos, cabritas y demás animales, las princesas, los
enanos, las madrastras malvadas, los caballeros, los campesinos, los
elfos y un sinnúmero de personajes fantásticos. Para Bettelheim, una
forma de clasificar a un cuento de hadas genuino es preguntándose si a
esa narración podemos
llamarla “obsequio de amor hacia el niño”.
llamarla “obsequio de amor hacia el niño”.
Invitación al encanto
Antes de empezar a leer conviene, antes, leer para nosotros lo que pensamos leer a los niños.
Omitamos o resumamos
los pasajes tediosos. No hay que temer exagerar un poco; el lector
habrá de prestar un acento individual a los diferente personajes.
Aprovéchense plenamente los momentos de emoción y cuando cosechemos
alguna risa, arranquemos otra a nuestro auditorio.
En los cuentos hay
algo más que diversión
algo más que diversión
Bruno Bettelheim es uno de los más notables psicólogos de niños. Acercamos un fragmento de la entrevista que le hiciera Nancy Faber en marzo de 1977.
-¿En qué radica la importancia de los cuentos de hadas?
-¿En qué radica la importancia de los cuentos de hadas?
-Los niños conciben extraordinarias fantasías, muchas de las cuales encierran angustias y temores caóticos. Con frecuencia, el niño se siente agobiado por esas fantasías y no ve solución a las dificultades que imagina. Los cuentos de hadas lo llevan a soluciones tranquilizadoras. Cuando el héroe del cuento sufre alguna experiencia terrible, el chico adquiere cierta idea de cómo lidiar en forma constructiva con sus temores. Los cuentos de hadas suelen presentar personajes malvados que reciben su merecido. Y el bien siempre es premiado.
-¿Acaso el final feliz es vital para el cuento de hadas?
-Sí, porque deja al niño lleno de confianza en el porvenir. Al final el príncipe o la princesa se casan y viven eternamente felices. El pequeño interpreta esto como lo que realmente significa: que el futuro nos ofrece la realización de nuestras aspiraciones. El cuento de hadas no es sino una breve relación de la existencia dichosa que el chico anhela vivir.
-¿Acaso los cuentos de hadas no atemorizan a los niños?
-Cuando el gigante desciende por el tallo del haba con la intención de almorzarse a Juanito, o cuando el lobo se traga a Caperucita, ¡claro que los chicos se asustan! Pero con plena seguridad el niño sentirá temor de las brujas aunque no le cuenten cuentos de hadas. ¡Y que maravilloso enterarse, en el Hansel y Gretel, que la niña quema a la bruja en el mismísimo horno en que ésta se proponía cocinarla! Los cuentos de hadas enseñan al niño que no solo él sufre tales angustias, que no tiene por qué avergonzarse de padecerlas y que esas pesadillas tienen solución.
El Día del Niño, festividad anual que no remite a un valor espiritual, (o si lo tuvo poco queda de él) sino a un sentido meramente comercial… No obstante eso, está instalado en nuestra cultura y podemos encontrarle un lado positivo… Y es que aprovechemos ese día para reflexionar acerca de las maneras de enseñarle valores a nuestros niños (ya sean hijos, nietos, sobrinos, vecinos, etc.) Una forma fundamental es el cultivo de la imaginación, de la fantasía creadora.
La oferta y variedad de juguetes en la actualidad constituye un problema particular. Se suele colmar a los niños con los productos industriales más imaginativos que se suponen especialmente adecuados para la mente infantil. Sin embargo, quien alguna vez haya observado a un niño sumido en su juego, verá la poca relación que tiene su actividad con aquello que se ofrece en el mercado del juguete. El juego es la tendencia del niño a actuar dentro de su entorno. Hace lo que observa que hacen los demás.
Los “perfectos juguetes inventados” no dejan margen alguno para la fantasía infantil, porque por lo general el material, color y forma atentan de modo insoportable contra el sentido de realidad y la sensibilidad estética. Una muñeca hecha de tela natural, sin expresiones en el rostro, de pronto ríe, llora o habla… Un trozo de madera es un auto, un avión o una cámara fotográfica…
La oferta y variedad de juguetes en la actualidad constituye un problema particular. Se suele colmar a los niños con los productos industriales más imaginativos que se suponen especialmente adecuados para la mente infantil. Sin embargo, quien alguna vez haya observado a un niño sumido en su juego, verá la poca relación que tiene su actividad con aquello que se ofrece en el mercado del juguete. El juego es la tendencia del niño a actuar dentro de su entorno. Hace lo que observa que hacen los demás.
Los “perfectos juguetes inventados” no dejan margen alguno para la fantasía infantil, porque por lo general el material, color y forma atentan de modo insoportable contra el sentido de realidad y la sensibilidad estética. Una muñeca hecha de tela natural, sin expresiones en el rostro, de pronto ríe, llora o habla… Un trozo de madera es un auto, un avión o una cámara fotográfica…
Se trata principalmente de dar al niño la posibilidad de desarrollar su cuerpo sanamente a través de su propia actividad y la libre creatividad de su fantasía, fortaleciéndola a través del relato de cuentos y lectura de buenas historias, leyendas y biografías, en lugar del consumo pasivo que brindan los videojuegos y la televisión.
(Modificado de un extracto del libro Pediatría para la Familia; Goebel y Glöckler; pág varias)
Dra. Mónica V. Olivero. Médica MP 30103/5. Medicina de orientación Antroposófica para niños y adolescentes.
Cuentos de hadas de los hermanos Grimm
Los Grimm fueron dos hermanos alemanes célebres por sus cuentos para niños.
Jacob Grimm (1785 - 1863) y su hermano Wilhelm (1786 - 1859) nacieron en Hanau, Hesse (Alemania).
Siendo profesores de la Universidad de Gotinga, los despidieron en 1837 por protestar contra el rey Ernesto Augusto I de Hannover. a labor de los hermanos Grimm no se limitó a recopilar historias, sino que se extendió también a la docencia y la investigación del lenguaje.
Jacob Grimm (1785 - 1863) y su hermano Wilhelm (1786 - 1859) nacieron en Hanau, Hesse (Alemania).
Siendo profesores de la Universidad de Gotinga, los despidieron en 1837 por protestar contra el rey Ernesto Augusto I de Hannover. a labor de los hermanos Grimm no se limitó a recopilar historias, sino que se extendió también a la docencia y la investigación del lenguaje.
Se interesaron mucho en los antiguos cuentos folclóricos alemanes y franceses, que recolectaron de muchas fuentes, los coleccionaron y los publicaron con el nombre de "Kinder- und Hausmärchen" (Cuentos para la infancia y el hogar) (2 volúmenes, 1812-1815). Dicha publicación fue aumentada en 1857, y conocida como "Cuentos de hadas de los hermanos Grimm." Algunos cuentos ya habían sido publicados muchos años antes por el escritor Charles Perrault, tales como Caperucita Roja, Cenicienta, La Bella Durmiente, Pulgarcito, El Gato con Botas, que aparecen aquí con algunas modificaciones con respecto al original de Perrault.
Ambos hermanos colaboraron en la realización de muchas otras obras.
Su extraordinaria difusión ha contribuido decisivamente a divulgar cuentos como "Blancanieves", "La Cenicienta", "Hänsel y Gretel" o "Juan sin miedo".
Los textos se fueron adornando y, a veces, censurando de edición en edición debido a su extrema dureza. Los Grimm se defendían de las críticas argumentando que sus cuentos no estaban dirigidos a los niños. Pero, para satisfacer las exigencias del público burgués tuvieron que cambiar varios detalles de los originales. Por ejemplo, la madre de Hansel y Gretel pasó a ser una madrastra, porque el hecho de abandonar a los niños en el bosque (cuyo significado simbólico no se reconoció) no coincidía con la imagen tradicional de la madre de la época. También hubo que cambiar o, mejor dicho, omitir alusiones sexuales explícitas.
A mediados del siglo XIX, en algunos sectores de América del Norte la colección de cuentos era condenada por maestros, padres de familia y figuras religiosas debido a su crudo e incivilizado contenido, ya que representaba la cultura medieval con todos sus rígidos prejuicios, su crudeza y atrocidades. Los adultos ofendidos se oponían a los castigos impuestos a los villanos. Un ejemplo se puede ver en la versión original de Blancanieves, a la malvada madrastra se le obliga a bailar con unas zapatillas de hierro ardiente al rojo vivo hasta caer muerta. Una vez que los hermanos Grimm descubrieron a su nuevo público infantil se dedicaron a refinar y suavizar sus cuentos.
Los 210 cuentos de la colección de los Grimm forman una antología de cuentos de hadas, fabulas, farsas rústicas y alegorías religiosas. Hasta ahora la colección ha sido traducida a más de 160 idiomas. Los cuentos y los personajes hoy en día son usados en el teatro, la ópera, las historietas, el cine, la pintura, la publicidad y la moda.
Ambos hermanos colaboraron en la realización de muchas otras obras.
Su extraordinaria difusión ha contribuido decisivamente a divulgar cuentos como "Blancanieves", "La Cenicienta", "Hänsel y Gretel" o "Juan sin miedo".
Los textos se fueron adornando y, a veces, censurando de edición en edición debido a su extrema dureza. Los Grimm se defendían de las críticas argumentando que sus cuentos no estaban dirigidos a los niños. Pero, para satisfacer las exigencias del público burgués tuvieron que cambiar varios detalles de los originales. Por ejemplo, la madre de Hansel y Gretel pasó a ser una madrastra, porque el hecho de abandonar a los niños en el bosque (cuyo significado simbólico no se reconoció) no coincidía con la imagen tradicional de la madre de la época. También hubo que cambiar o, mejor dicho, omitir alusiones sexuales explícitas.
A mediados del siglo XIX, en algunos sectores de América del Norte la colección de cuentos era condenada por maestros, padres de familia y figuras religiosas debido a su crudo e incivilizado contenido, ya que representaba la cultura medieval con todos sus rígidos prejuicios, su crudeza y atrocidades. Los adultos ofendidos se oponían a los castigos impuestos a los villanos. Un ejemplo se puede ver en la versión original de Blancanieves, a la malvada madrastra se le obliga a bailar con unas zapatillas de hierro ardiente al rojo vivo hasta caer muerta. Una vez que los hermanos Grimm descubrieron a su nuevo público infantil se dedicaron a refinar y suavizar sus cuentos.
Los 210 cuentos de la colección de los Grimm forman una antología de cuentos de hadas, fabulas, farsas rústicas y alegorías religiosas. Hasta ahora la colección ha sido traducida a más de 160 idiomas. Los cuentos y los personajes hoy en día son usados en el teatro, la ópera, las historietas, el cine, la pintura, la publicidad y la moda.
Nota publicada originalmente en Revista Salegratis N°7, Agosto de 2010, suplemento Quinquela.